Marco Tulio Cicerón
Decía de si mismo que nunca estuvo tan activo que cuando no
tuvo nada que hacer y nunca menos solo, que cuando
estaba consigo mismo.
Aplicando el cuento, leyendo a Stefan Zweig la biografía de este
genio que vivió en el año 44 a.c., saqué de la misma, sus ideas,
para la gobernanza del Estado, muy parecidas a las que soñaba
Platón y a las que más tarde encontramos en J.J. Rousseau.
Desde su casa de retiro en Tusculum a 30 k. de Roma, exsenador, por motivos políticos
se dedicó a la filosofía y a la escritura.
Decía que en medio de guerras dialécticas en que todo vale a la
canalla de los distintos partidos políticos que luchan por el poder,
el espíritu verdadero humano sueña, una vez más, los individuos
en épocas semejantes- con la eterna quimera de una pacificación
universal a través de conocimiento de las Costumbres y de la
Conciliación, la Justicia y la Ley- por si solos, deben ser los férreos
pilares del Estado. Los realmente honrados y no demagogos.
Son los que tienen el derecho de imponer al pueblo su voluntad
y su capricho. Un hombre con su independencia inquebrantable
rechaza cualquier colaboración con un dictador.
Nulla estenim scietas nobis cum tyrannis et potius summa distractio est
El dominio ejercido por la fuerza viola cualquier derecho.
La verdadera armonía en una sociedad solo puede producirse si el
individuo en lugar de sacar de tratar provecho personal
de su puesto público ,
antepone, los intereses de la comunidad a los privados.
Solo si la riqueza no se despilfarra en lujos y se administra y se
transforma en cultura espiritual y artística, solo si la aristocracia
renuncia a su orgullo, y la plebe, en lugar de dejarse sobornar por
los demagogos y vender el Estado a un partido, exige sus derechos
naturales, solo entonces, como decimos en Galicia, “ Abremos chegado
o Estado que eu quero”