Haciendo camino al andar por el Estero del Miñor.
Una mañana muy tempranillo, cuando el sol aún se levantaba
benévolo, con nuestra epidermis, y “ O vento mareiro”
traía aromas de argazo que la marea asperjeó sobre la playa
Ladeira,parecía un lienzo impresionista de Cézanne.
Con ejercicios respiratorios, absorbo todos aquellos aromas
embriagadores de aquel totum revolutum.
Empiezo la caminata mañanera, a mayor gloria de la salud de
mi somo.
Siguiendo la senda miñorana del estero del río Miñor, al llegar
por la Ramallosa, caí en un estado depresivo al ver, observar
y meditar sobre la instantánea que presento, en aras a mi amor
al mar, a los barcos, y a la navegación.
A Gamela no esteiro do Río Miñor. A Ramallosa
Agarda ó seu mariñeiro que lle diga, como a Lázaro:
Levantate e navega…
Como cantaba o poeta de “ Marinero en Tierra”.
Llevadla a nivel del mar y dejarla en esta ribera.
El mar. La mar.
El mar. ¡Solo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre
a la ciudad ?
¿ Por qué me desenterraste
del mar ?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿ por qué me trajiste
acá ?.